La Cámara Oscura

Una máquina de mirar

La cámara oscura es la fotografía antes de la fotografía: una caja cerrada con un pequeño orificio en uno de sus lados, que produce la proyección de una imagen sobre el lado opuesto. Fue utilizada por los pintores del Renacimiento como ayuda para reproducir más fielmente la realidad en sus pinturas y grabados. Una primitiva cámara que capturaba imágenes, aunque no se podían guardar.

Comenzado el siglo XIX los adelantos de la química permitieron experimentar, con materiales sensibles a la luz, la posibilidad de fijar esas imágenes. Lo conseguiría el francés Nicephore Niepce en 1926 y lo perfeccionaría su paisano Louis Daguerre en 1938, casi a la par del inglés William Fox Talbot. A partir de entonces la fotografía no paró de evolucionar, técnicamente y como medio de expresión.

Sin embargo nunca cambió su esencia: la posibilidad de congelar en una fracción de segundo un suceso de la realidad. El fotógrafo está en el lugar y el instante preciso para registrarlo, recortándolo en uno o varios rectángulos, aplicando su mirada particular sobre el hecho, expresando visualmente sus ideas, su visión del mundo.

La cámara oscura es el nombre de este blog, y propone un recorrido que acompañe a esa caja que con su pequeño orificio apunta en diversas direcciones: la fotografía como expresión personal y el retrato de edificios y lugares, intentando contar historias. Y cuando con las imágenes no alcanza, dejo por un momento la cámara y me animo a escribir historias, sobre fotos, fotógrafos y demás.


Fotografías e Historias

«Si es cierto aquello de que existen otros mundos pero están en éste;
si así como hay una geometría del espacio, existe una psicología del tiempo;
y si éstas son las coordenadas que determinan la posición de nuestras vidas
mientras las cosas de este mundo están en constante movimiento, entonces
en el más hermético de los cuartos oscuros, la más luminosa de las revelaciones:
la fotografía como prueba de la feliz convivencia de las muchas versiones
de lo que llamamos la realidad.»

Guillermo rodríguez