La Biblioteca Nacional Mariano Moreno está alojada en el edificio proyectado por los arquitectos Francisco Bullrich, Alicia Cazzaniga y Clorindo Testa en ocasión del concurso nacional realizado en 1961.
Su construcción demoró treinta años, por lo que su estética brutalista tomó forma definitiva cuando otras corrientes dictaban las modas arquitectónicas.
Quizás por eso mismo el edificio mantiene una fuerte personalidad, y se resiste a quedar en el pasado, gracias a su riqueza volumétrica y textural que se percibe con sólo un rodeo por su entorno. Justamente es un edificio que se disfruta desde afuera hacia adentro, es decir como objeto inserto en el paisaje urbano, además de ser depositario de los tesoros literarios de la argentina.
Llegada la noche, la Biblioteca ya ha cerrado sus puertas y los fantasmas salen de recorrida. Los salones y los pasillos guardan el eco de miles de millones de palabras leídas casi siempre en voz baja. Los jardines rodean el edificio plantado sobre la cima de la barranca que bajaba directo a la antigua orilla del Río de la Plata, hoy la Avenida Del Libertador. Hasta mediados de la década de 1950 en esos terrenos se levantaba el Palacio Unzué, que era utilizado como residencia presidencial. Allí vivió Juan Domingo Perón durante sus dos primeros mandatos, y allí murió Eva Duarte. Ante la posibilidad de que se convirtiera en “santuario popular”, la dictadura militar que derrocó a Perón lo hizo demoler, intentando así borrar los rastros del líder depuesto y de su esposa.
No es casual entonces que muy cerca de allí, casi enfrentado a la Biblioteca sobre la Av. Figueroa Alcorta, se hubiera planeado levantar el llamado Altar de la Patria, un monumental mausoleo de próceres ideado por la última presidencia peronista que quedó trunco como su gobierno. En ese mismo terreno en la década del cincuenta, se había comenzado a levantar el Monumento al Descamisado, que también quedó trunco y por motivos parecidos. El único avance logrado por la obra del proyectado Altar en 1974 fue la demolición del hermoso puente de hormigón que unía los dos parques cruzando por encima de la avenida, diseñado por el arquitecto César Janello, afortunadamente reconstruido y que hoy une el Museo de Bellas Artes y la Facultad de Derecho.
Finalmente a fines de los noventa fue levantada al pie de la barranca de la Biblioteca una escultura que recuerda a Eva Perón, quizás a modo de síntesis de las idas y vueltas de la historia de esos terrenos.
Quizás algunos de los fantasmas de obras no concretadas, espectros de proyectos de país frustrados, sean los que suelen rondar de noche por el lugar sólo acompañados por los gatos.