Las fotos que más me gusta hacer, son las que surgen de la mirada personal, subjetiva. Me olvido de lo correcto y me pongo a jugar. Ya llevo más de tres horas en este edificio recorriéndolo por fuera y por dentro. El cuidador me mira de reojo. Yo hago como que no lo veo y sigo dando vueltas por ese laberinto de cristales, travertino y onix, buscando esas fotos que me faltan. Ha pasado mucha gente durante la mañana, incluso un grupo de estudiantes con sus profesores. Finalmente me quedo sentado un buen rato en uno de los sillones Barcelona, viviendo ese espacio único, imaginando a Mies y a su olvidada socia Lilly puliendo los últimos detalles de la construcción del Pabellón antes de su inauguración en la Exposición Internacional de 1929.