Epecuén, las ruinas del siglo XXI

By In Fotografías

La emisión del concierto de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado en las ruinas de Villa Epecuén, en abril de 2021, incluyó además de la música, imágenes sorprendentemente mágicas y bellas de un lugar que encierra una historia poco conocida de esplendor y decadencia.

La reverberación del último acorde se funde con el sonido de los grillos mientras la cámara se aleja del escenario y nos lleva por la calle principal de Villa Epecuén o de lo que fue, esquivando charcos hasta que el asfalto se pierde directamente dentro del espejo de agua de la laguna. El cielo de un atardecer anaranjado es el fondo sobre el que se recortan una fila de árboles pelados, postes de luz sin cables alineados prolijamente y clavados en el agua, y construcciones sin techo que parecen flotar apenas.

Los integrantes de la banda bajan del escenario, caminan por el borde de la laguna, se toman un descanso promediando el show transmitido por streaming. Un concierto sin público, montado entre las ruinas de una población arrasada por una catástrofe en parte natural. Salvando distancias de todo tipo, como aquél de Pink Floyd en las ruinas de Pompeya, en 1971.

La posibilidad de comparación se termina cuando repasamos los datos históricos. Comenzando por el final podríamos decir que la catástrofe que provocó la desaparición de Villa Epecuén no fue totalmente natural, al menos no como la erupción del volcán Vesubio. La naturaleza se abrió paso ante una sumatoria de causas que incluyen desidia e incapacidad, falta de presupuesto o desvío de fondos para otros fines, una buena porción de corrupción, todo servido sobre un colchón de golpes de estado.

La Villa Epecuén fue fundada en 1921, cien años antes de servir de escenario a los músicos que acompañan al Indio Solari, a orillas de la laguna del mismo nombre, y a siete kilómetros de Carhué.

En pocos años se estableció como pueblo turístico debido al interés generado por el agua con alta concentración de sal (similar a la del Mar Muerto) de la laguna conocida entonces como Mar de Epecuén. Con unos mil doscientos habitantes estables, en la década de 1970 llegaba a albergar a 25mil turistas en verano. Las obras hídricas comenzadas en esa década para regular las crecidas de las llamadas Lagunas Encadenadas del Oeste, de las que Epecuén es el último eslabón, se pararon en 1976 con la irrupción de la dictadura de Videla y compañía. La ausencia de regulación de los niveles de agua de las lagunas llevó a que en 1985 una temporada de fuertes lluvias amenazara con sobrepasar el terraplén de 4 metros que protegía la villa de las crecidas, construido para emparchar un problema nunca resuelto. Finalmente el agua quebró la defensa y el pueblo tuvo que ser evacuado.

Luego de dos décadas bajo el agua salada, el nivel de la laguna comenzó a bajar, debido a algunas mejoras hídricas finalmente realizadas, y también por las sequías, descubriendo lo que hoy resulta una extraña atracción turística: las ruinas del siglo XXI.

También resultó afectado por la inundación el Matadero Municipal de Carhué, situado a mitad de camino entre la ciudad y las ruinas de la villa, frente a la laguna. Aunque siguió funcionando pese a estar rodeado de agua, finalmente fue desactivado y abandonado. Se trata de una de las obras realizadas en la década de 1930 en la provincia de Buenos Aires por el arquitecto Francisco Salamone, personaje singular que da para otra historia.

Estas fotos fueron realizadas durante dos viajes a Epecuén, en 2013 y 2014.